Comparación entre Platón y Aristóteles.
Debido a que Aristóteles fue discípulo de Platón, es comprensible que entre ellos y sus teorías, existan una serie de factores en común. Lo que resulta más curioso sin embargo, es la cantidad de rasgos que los diferencian.
Es lógico que Aristóteles no esté de acuerdo con algunas de las ideas platónicas, que haya modificado algunas e incluso que desarrollase otras completamente nuevas. De esta forma, Platón y Aristóteles guardan una serie de diferencias que ayudan a definir a cada uno de estos filósofos.
Para esbozar las principales diferencias, es necesario dividir sus características en apartados:
Ontología:
Platón plantea la existencia de dos mundos, el mundo sensible y el mundo inteligible. El mundo inteligible es el mundo de las ideas, al que podemos acceder a través del conocimiento. Por otro lado, el mundo sensible es el mundo en que vivimos y al que podemos acceder a través de los 5 sentidos. Todos los objetos y seres que forman parte del mundo sensible son "sombras", es decir, imitaciones imperfectas de las ideas.
La opinión de Aristóteles acerca de la ontología consiste en la defensa de la existencia de un solo mundo, el sensible, y que todo el conocimiento reside en la materia. Esto queda perfectamente reflejado en el famoso fresco ubicado en el vaticano que representa la escuela de Atenas, obra de Rafael Sanzio en la que Platón aparece señalando al cielo (mundo inteligible) y Aristóteles gesticula con la mano indicando que todo se encuentra en el suelo (mundo sensible).
Gnoseología:
Platón considera que el alma es inmortal, y que la vida se rige por un ciclo de encarnaciones del que sólo se puede escapar por medio del aprendizaje y el estudio de las matemáticas para lograr acceder al mundo de las ideas.
Aristóteles, en cambio considera que el conocimiento matemático es la antesala del saber, y valora en mayor medida las ciencias experimentales. Además, cree en la mortalidad y el deterioro del alma, ya que alma y cuerpo están unidos de forma natural y necesaria. Así pues el alma es mortal e inseparable del cuerpo.
Se puede llegar a la conclusión de que tanto Platón como Aristóteles sostienen que los hombres están formados por un compuesto de alma y cuerpo, pero discrepan en cuanto a su unión y la mortalidad del alma.
Concepción de la felicidad:
Platón argumenta que la felicidad se alcanza por medio del ejercicio matemático y el conocimiento. Quien llega a conocer la idea de Bien (y por tanto, quien más se acerca al mundo de las ideas) deberá realizar buenas acciones para obtener dicho conocimiento. De esta forma quien sea bueno y justo, también será sabio y por consiguiente, será feliz.
Aristóteles dedica prácticamente el décimo libro de la obra ética a Nicómaco (su hijo) a definir y aclarar el concepto de felicidad y placer.
Para él, la felicidad se consigue mediante la excelencia, es decir, mediante el ejercicio de las virtudes, y el hombre feliz es aquel capaz de aplicar la razón a las acciones como costumbre.
Política:
En su obra La República, Platón llegó a diseñar un ideal político en cuyo gobierno estarían los gobernantes filósofos. En este ideal, la educación resulta esencial para ayudar a que cada grupo social desempeñe su función de forma organizada mientras que los dirigentes del estado se encargan de buscar el bien común de los ciudadanos.
Aristóteles considera que existen tres modelos de gobierno validos debido a que su objetivo es el bien común. Estos son la monarquía, la aristocracia y república. La aristocracia se posiciona como término medio, y por ello constituye la forma de política más perfecta. Además, Aristóteles contrapone los modelos de tiranía, oligarquía y democracia como las formas de gobierno más imperfectas, ya que su objeto es el interés particular de los dirigentes de gobierno.
Comparación entre Kant y Descartes
Kant representa la síntesis entre las dos grandes corrientes del pensamiento moderno occidental que representaron el Racionalismo y el Empirismo. El Racionalismo, que tuvo un amplísimo desarrollo, tenía como maestro fundacional a Descartes, por lo que establecer una comparación entre Kant y Descartes es relevante a la hora de encontrar las concomitancias y las diferencias entre el pensamiento kantiano y el racionalista.
La duda de Descartes es una duda metódica, una duda en la que subyace en una confianza absoluta en la capacidad del ser humano para encontrar un fundamento primero del conocimiento que sea plenamente evidente y en el que no quepa albergar ninguna duda sobre su veracidad. Descartes confía en la razón y en la capacidad de ésta para conocer el mundo tal y como es. Por el contrario Kant distingue entre los usos de la razón y somete a crítica tanto los usos como la capacidad de la razón. Frente a un Descartes que duda de todo menos de la evidencia racional del ‘cogito’, nos encotramos con Kant que funda su teoría del conocimiento en la determinación de los límites de las capacidad cognoscitivas del ser humano y en especial de la razón pura.
Descartes sostiene, a lo largo de toda su obra filosófica, que si partimos de una verdad inicial y tenemos un método seguro, llegaremos deductivamente a conclusiones necesariamente verdaderas. La cientificidad del conocimiento en Descartes estriba en la posibilidad de deducción correcta a partir de premisas verdaderas utilizando el método adecuado. Por el contrario en Kant la cientificidad se encuentra en la posibilidad o imposibilidad de emitir juicios sintéticos a priori, es decir, juicios cuyo predicado no sea reducible analíticamente al sujeto pero que no tenga que recurrir a la experiencia sensible.
Para Descartes nociones tales como causalidad, sustancia o identidad forman parte tanto de la forma que tenemos de conocer la realidad como de la realidad misma. Por el contrario para Kant estas nociones y otras se encuentran en la estructura trascendental del conocimiento humano, ya sean como conceptos o como categorías. La principal diferencia entre Descartes y Kant es que en Descartes los seres humanos conocemos las cosas tal y como son, conocemos las sustancias existentes, mientras que en Kant las relaciones de causalidad o las sustancias son fruto de las estructuras transcendentales en la nuestro conocimiento se organiza a sí mismo.
‘Res cogitans’, ‘res divina seu infinita’ y ‘res extensa’ son las tres sustancias que constituyen la ontología cartesiana. Para Kant ‘Dios’, ‘alma’ y ‘mundo’ son los tres postulados de la razón práctica. La principal diferencia entre ‘sustancias’ y ‘postulados de la razón práctica’ es la consideración de si alcanzamos el conocimiento verdadero en un plano ontológico (Descartes) o si sólo son accesibles como presupuestos para la razón moral (Kant). Kant rechaza que se puede hacer lo que realiza Descartes, demostrar la existencia de estas tres sustancias, y mantiene que si el ser humano puede llegar a alguna convicción es por exigencia de la vida moral, ya que el imperativo categórico ni garantiza la felicidad y la inmortalidad de los han actuado conforme al deber.
Comparación entre Marx y Rawls
La noción estatal de Rawls es de índole individualista neoliberal y de tendencia desconfigurada utilitarista, mientras que Marx concibe al estado desde una perspectiva materialista y colectivista. Rawls intenta consolidar el estado bajo el estandarte de la justicia, mientras que Marx intenta destruirlo para traer consigo la justicia. Rawls cree en la equidad social en donde cada individuo desempeña un papel importante, sin embargo según el esfuerzo personal de cada individuo su existencia se verá condicionada en la misma pues en sus sistema la libertad y la justicia son preeminencia, Marx por otra parte insiste en que la sociedad debe de ser equitativa mediante la supresión de las clases sociales, solo mediante tal mecanismo la libertad del hombre será pura y no un simple espejismo social.
La supresión de la propiedad privada distribuirá la correcta administración de los negocios y la burguesía no explotara más al proletariado. El control de los medios de producción por parte del estado evitara las disputas entre seres humanos, así como el antagonismo clasista que surge del mismo.
En Rawls la economía debe de basarse bajo principios cooperativistas de mutuo acuerdo entre las personas, pero nunca estipula una supresión de la propiedad privada sino más bien la consolida en su postura neoliberal.
Las semejanzas entre ambos autores radica en la profunda consternación analítica del sistema que los vio nacer, es decir en su participación reflexiva naciente de sus críticas a los sistemas imperantes, de igual manera la preocupación por la justicia, la libertad la equidad social, el correcto mantenimiento del estado, la correcta relación entre individuos y la preocupación económica de los mismo, ha desembocado en distintos saberes, pero con fines igualitarios.
Comparación entre Ortega y Nietzsche
Debemos tener en cuenta que las posiciones filosóficas de Ortega y Nietzsche se encuentran muy cercanas cronológicamente, y que, aunque Ortega quiso desligarse del escepticismo y del relativismo irracionalista del vitalismo nietzscheano y no ser considerado un vitalista, el concepto de la realidad radical entendida como la vida individual y concreta en Ortega tiene su antecedente en el concepto de vida del propio Nietzsche. Ortega consideró que la superación de la crisis de la modernidad debía abandonar los extremos del racionalismo y del vitalismo, debía ser un raciovitalismo, lo cual hace que la relación entre Ortega y Nietzsche presente tanto afinidades como discrepancias.
Si nos fijamos en la ontología, y partiendo los dos autores de la vida como realidad radical, observamos en los dos una concepción heracliteana de la realidad. Tanto para Ortega como para Nietzsche la vida se caracteriza por el devenir, el cambio, la evolución. La realidad está sometida a la historia. Pero los dos tienen una concepción distinta del tiempo: mientras que para Ortega el tiempo sólo puede ser entendido de un modo lineal (vivir es proyección al futuro hecha desde el presente a partir de éste y del pasado), para Nietzsche el tiempo es cíclico. El eterno retorno nietzscheano tiene una lectura cósmica: el tiempo es infinito y la materia limitada, con lo cual, todos los acontecimientos pasados, presentes y futuros están condenados a repetirse eternamente.
Por otro lado, y centrándonos en las dimensiones de la vida como realidad radical, Nietzsche resalta su sentido biológico e irracional (lo dionisiaco), y Ortega se decanta por su sentido biográfico en el que además, la razón es una función vital tan importante como la digestión o la respiración. El vitalismo de Nietzsche, a juicio de Ortega, derivaría en un relativismo irracionalista y en un escepticismo que acabaría con la propia cultura, esa “balsa” que construye el ser humano para salvarse del naufragio de la vida. Asimismo, según Ortega, la explicación de la vida como voluntad de poder en Nietzsche resulta una reducción, pues excluye gran parte de lo que es la vida del hombre (su historia, su circunstancia)
Otro aspecto en el que guardan relación Ortega y Nietzsche es el perspectivismo. Para Nietzsche el perspectivismo supone la afirmación de que no existe ninguna verdad absoluta, deriva en el relativismo. Ortega, empero, no niega la existencia de verdades universales, fruto de la posibilidad de sumar perspectivas. El sujeto no es un medio transparente (esto lo comparten Nietzsche y Ortega), pero su recepción de la realidad no produce en ésta deformaciones, como parece postular Nietzsche. Los hechos se imponen como un elemento insoslayable, el ser humano da sentido a los hechos pero no los inventa. Es decir, que los valores no pueden deformar la realidad hasta transformarla a nuestro gusto, no podemos jugar con la realidad para que se plegue a nuestros deseos (como quería el “niño” nietzscheano de la transvaloración). El perspectivismo de Ortega no es relativista porque la perspectiva no es que sea una característica de la visión de los individuos, sino de la misma realidad. La verdad es una pero se puede expresar de distintas maneras, por lo que hay un imperativo de integrar perspectivas por medio del diálogo y la argumentación, alejándose de la metáfora y del arte trágico nietzscheano. La filosofía es saber sistemático y conceptual, y los conceptos son esquemas que nos permiten ordenar la realidad., no cáscaras vacías de contenido real.
Siguiendo con la relación epistemológica, para Nietzsche la facultad racional no puede penetrar la esencia básica de la realidad, caracterizada por el cambio, el devenir, el desarrollo, la voluntad de poder. Al dejarnos guiar por la razón y despreciar los sentidos y los instintos, estamos depreciando a su vez, la vida. La razón para Nietzsche y su lenguaje conceptual es la causante del triunfo de lo apolíneo sobre lo dionisiaco y de la decadencia de Occidente, del nihilismo como pérdida de valores vitales. Para Ortega, aunque la razón no debe ser la razón del racionalismo y del idealismo, para no caer en el culturalismo (el equivalente al nihilismo nietzscheano), en el imperativo de la razón sobre la vida (la adoración a los valores absolutos desconectados de la vida y reflejados en la filosofía, la ciencia, el arte, la moral.), la razón vital e histórica es algo irrenunciable a la vida humana. El ser humano desea la verdad, no ya como mentira útil para la supervivencia o voluntad de autoengaño, sino como conquista vital de sentido. Ortega intenta así conciliar la razón con la vida, sin subordinar la una a la otra. La razón es una facultad humana indispensable para analizar las circunstancias. Actúa como los brazos de un náufrago para mantenerse a flote en el océano de la vida. Por esta conciliación de vida y razón, de vida y cultura, la filosofía de Ortega se llama raciovitalismo.
Es lógico que Aristóteles no esté de acuerdo con algunas de las ideas platónicas, que haya modificado algunas e incluso que desarrollase otras completamente nuevas. De esta forma, Platón y Aristóteles guardan una serie de diferencias que ayudan a definir a cada uno de estos filósofos.
Para esbozar las principales diferencias, es necesario dividir sus características en apartados:
Ontología:
Platón plantea la existencia de dos mundos, el mundo sensible y el mundo inteligible. El mundo inteligible es el mundo de las ideas, al que podemos acceder a través del conocimiento. Por otro lado, el mundo sensible es el mundo en que vivimos y al que podemos acceder a través de los 5 sentidos. Todos los objetos y seres que forman parte del mundo sensible son "sombras", es decir, imitaciones imperfectas de las ideas.
La opinión de Aristóteles acerca de la ontología consiste en la defensa de la existencia de un solo mundo, el sensible, y que todo el conocimiento reside en la materia. Esto queda perfectamente reflejado en el famoso fresco ubicado en el vaticano que representa la escuela de Atenas, obra de Rafael Sanzio en la que Platón aparece señalando al cielo (mundo inteligible) y Aristóteles gesticula con la mano indicando que todo se encuentra en el suelo (mundo sensible).
Gnoseología:
Platón considera que el alma es inmortal, y que la vida se rige por un ciclo de encarnaciones del que sólo se puede escapar por medio del aprendizaje y el estudio de las matemáticas para lograr acceder al mundo de las ideas.
Aristóteles, en cambio considera que el conocimiento matemático es la antesala del saber, y valora en mayor medida las ciencias experimentales. Además, cree en la mortalidad y el deterioro del alma, ya que alma y cuerpo están unidos de forma natural y necesaria. Así pues el alma es mortal e inseparable del cuerpo.
Se puede llegar a la conclusión de que tanto Platón como Aristóteles sostienen que los hombres están formados por un compuesto de alma y cuerpo, pero discrepan en cuanto a su unión y la mortalidad del alma.
Concepción de la felicidad:
Platón argumenta que la felicidad se alcanza por medio del ejercicio matemático y el conocimiento. Quien llega a conocer la idea de Bien (y por tanto, quien más se acerca al mundo de las ideas) deberá realizar buenas acciones para obtener dicho conocimiento. De esta forma quien sea bueno y justo, también será sabio y por consiguiente, será feliz.
Aristóteles dedica prácticamente el décimo libro de la obra ética a Nicómaco (su hijo) a definir y aclarar el concepto de felicidad y placer.
Para él, la felicidad se consigue mediante la excelencia, es decir, mediante el ejercicio de las virtudes, y el hombre feliz es aquel capaz de aplicar la razón a las acciones como costumbre.
Política:
En su obra La República, Platón llegó a diseñar un ideal político en cuyo gobierno estarían los gobernantes filósofos. En este ideal, la educación resulta esencial para ayudar a que cada grupo social desempeñe su función de forma organizada mientras que los dirigentes del estado se encargan de buscar el bien común de los ciudadanos.
Aristóteles considera que existen tres modelos de gobierno validos debido a que su objetivo es el bien común. Estos son la monarquía, la aristocracia y república. La aristocracia se posiciona como término medio, y por ello constituye la forma de política más perfecta. Además, Aristóteles contrapone los modelos de tiranía, oligarquía y democracia como las formas de gobierno más imperfectas, ya que su objeto es el interés particular de los dirigentes de gobierno.
Comparación entre Kant y Descartes
Kant representa la síntesis entre las dos grandes corrientes del pensamiento moderno occidental que representaron el Racionalismo y el Empirismo. El Racionalismo, que tuvo un amplísimo desarrollo, tenía como maestro fundacional a Descartes, por lo que establecer una comparación entre Kant y Descartes es relevante a la hora de encontrar las concomitancias y las diferencias entre el pensamiento kantiano y el racionalista.
La duda de Descartes es una duda metódica, una duda en la que subyace en una confianza absoluta en la capacidad del ser humano para encontrar un fundamento primero del conocimiento que sea plenamente evidente y en el que no quepa albergar ninguna duda sobre su veracidad. Descartes confía en la razón y en la capacidad de ésta para conocer el mundo tal y como es. Por el contrario Kant distingue entre los usos de la razón y somete a crítica tanto los usos como la capacidad de la razón. Frente a un Descartes que duda de todo menos de la evidencia racional del ‘cogito’, nos encotramos con Kant que funda su teoría del conocimiento en la determinación de los límites de las capacidad cognoscitivas del ser humano y en especial de la razón pura.
Descartes sostiene, a lo largo de toda su obra filosófica, que si partimos de una verdad inicial y tenemos un método seguro, llegaremos deductivamente a conclusiones necesariamente verdaderas. La cientificidad del conocimiento en Descartes estriba en la posibilidad de deducción correcta a partir de premisas verdaderas utilizando el método adecuado. Por el contrario en Kant la cientificidad se encuentra en la posibilidad o imposibilidad de emitir juicios sintéticos a priori, es decir, juicios cuyo predicado no sea reducible analíticamente al sujeto pero que no tenga que recurrir a la experiencia sensible.
Para Descartes nociones tales como causalidad, sustancia o identidad forman parte tanto de la forma que tenemos de conocer la realidad como de la realidad misma. Por el contrario para Kant estas nociones y otras se encuentran en la estructura trascendental del conocimiento humano, ya sean como conceptos o como categorías. La principal diferencia entre Descartes y Kant es que en Descartes los seres humanos conocemos las cosas tal y como son, conocemos las sustancias existentes, mientras que en Kant las relaciones de causalidad o las sustancias son fruto de las estructuras transcendentales en la nuestro conocimiento se organiza a sí mismo.
‘Res cogitans’, ‘res divina seu infinita’ y ‘res extensa’ son las tres sustancias que constituyen la ontología cartesiana. Para Kant ‘Dios’, ‘alma’ y ‘mundo’ son los tres postulados de la razón práctica. La principal diferencia entre ‘sustancias’ y ‘postulados de la razón práctica’ es la consideración de si alcanzamos el conocimiento verdadero en un plano ontológico (Descartes) o si sólo son accesibles como presupuestos para la razón moral (Kant). Kant rechaza que se puede hacer lo que realiza Descartes, demostrar la existencia de estas tres sustancias, y mantiene que si el ser humano puede llegar a alguna convicción es por exigencia de la vida moral, ya que el imperativo categórico ni garantiza la felicidad y la inmortalidad de los han actuado conforme al deber.
Comparación entre Marx y Rawls
La noción estatal de Rawls es de índole individualista neoliberal y de tendencia desconfigurada utilitarista, mientras que Marx concibe al estado desde una perspectiva materialista y colectivista. Rawls intenta consolidar el estado bajo el estandarte de la justicia, mientras que Marx intenta destruirlo para traer consigo la justicia. Rawls cree en la equidad social en donde cada individuo desempeña un papel importante, sin embargo según el esfuerzo personal de cada individuo su existencia se verá condicionada en la misma pues en sus sistema la libertad y la justicia son preeminencia, Marx por otra parte insiste en que la sociedad debe de ser equitativa mediante la supresión de las clases sociales, solo mediante tal mecanismo la libertad del hombre será pura y no un simple espejismo social.
La supresión de la propiedad privada distribuirá la correcta administración de los negocios y la burguesía no explotara más al proletariado. El control de los medios de producción por parte del estado evitara las disputas entre seres humanos, así como el antagonismo clasista que surge del mismo.
En Rawls la economía debe de basarse bajo principios cooperativistas de mutuo acuerdo entre las personas, pero nunca estipula una supresión de la propiedad privada sino más bien la consolida en su postura neoliberal.
Las semejanzas entre ambos autores radica en la profunda consternación analítica del sistema que los vio nacer, es decir en su participación reflexiva naciente de sus críticas a los sistemas imperantes, de igual manera la preocupación por la justicia, la libertad la equidad social, el correcto mantenimiento del estado, la correcta relación entre individuos y la preocupación económica de los mismo, ha desembocado en distintos saberes, pero con fines igualitarios.
Comparación entre Ortega y Nietzsche
Debemos tener en cuenta que las posiciones filosóficas de Ortega y Nietzsche se encuentran muy cercanas cronológicamente, y que, aunque Ortega quiso desligarse del escepticismo y del relativismo irracionalista del vitalismo nietzscheano y no ser considerado un vitalista, el concepto de la realidad radical entendida como la vida individual y concreta en Ortega tiene su antecedente en el concepto de vida del propio Nietzsche. Ortega consideró que la superación de la crisis de la modernidad debía abandonar los extremos del racionalismo y del vitalismo, debía ser un raciovitalismo, lo cual hace que la relación entre Ortega y Nietzsche presente tanto afinidades como discrepancias.
Si nos fijamos en la ontología, y partiendo los dos autores de la vida como realidad radical, observamos en los dos una concepción heracliteana de la realidad. Tanto para Ortega como para Nietzsche la vida se caracteriza por el devenir, el cambio, la evolución. La realidad está sometida a la historia. Pero los dos tienen una concepción distinta del tiempo: mientras que para Ortega el tiempo sólo puede ser entendido de un modo lineal (vivir es proyección al futuro hecha desde el presente a partir de éste y del pasado), para Nietzsche el tiempo es cíclico. El eterno retorno nietzscheano tiene una lectura cósmica: el tiempo es infinito y la materia limitada, con lo cual, todos los acontecimientos pasados, presentes y futuros están condenados a repetirse eternamente.
Por otro lado, y centrándonos en las dimensiones de la vida como realidad radical, Nietzsche resalta su sentido biológico e irracional (lo dionisiaco), y Ortega se decanta por su sentido biográfico en el que además, la razón es una función vital tan importante como la digestión o la respiración. El vitalismo de Nietzsche, a juicio de Ortega, derivaría en un relativismo irracionalista y en un escepticismo que acabaría con la propia cultura, esa “balsa” que construye el ser humano para salvarse del naufragio de la vida. Asimismo, según Ortega, la explicación de la vida como voluntad de poder en Nietzsche resulta una reducción, pues excluye gran parte de lo que es la vida del hombre (su historia, su circunstancia)
Otro aspecto en el que guardan relación Ortega y Nietzsche es el perspectivismo. Para Nietzsche el perspectivismo supone la afirmación de que no existe ninguna verdad absoluta, deriva en el relativismo. Ortega, empero, no niega la existencia de verdades universales, fruto de la posibilidad de sumar perspectivas. El sujeto no es un medio transparente (esto lo comparten Nietzsche y Ortega), pero su recepción de la realidad no produce en ésta deformaciones, como parece postular Nietzsche. Los hechos se imponen como un elemento insoslayable, el ser humano da sentido a los hechos pero no los inventa. Es decir, que los valores no pueden deformar la realidad hasta transformarla a nuestro gusto, no podemos jugar con la realidad para que se plegue a nuestros deseos (como quería el “niño” nietzscheano de la transvaloración). El perspectivismo de Ortega no es relativista porque la perspectiva no es que sea una característica de la visión de los individuos, sino de la misma realidad. La verdad es una pero se puede expresar de distintas maneras, por lo que hay un imperativo de integrar perspectivas por medio del diálogo y la argumentación, alejándose de la metáfora y del arte trágico nietzscheano. La filosofía es saber sistemático y conceptual, y los conceptos son esquemas que nos permiten ordenar la realidad., no cáscaras vacías de contenido real.
Siguiendo con la relación epistemológica, para Nietzsche la facultad racional no puede penetrar la esencia básica de la realidad, caracterizada por el cambio, el devenir, el desarrollo, la voluntad de poder. Al dejarnos guiar por la razón y despreciar los sentidos y los instintos, estamos depreciando a su vez, la vida. La razón para Nietzsche y su lenguaje conceptual es la causante del triunfo de lo apolíneo sobre lo dionisiaco y de la decadencia de Occidente, del nihilismo como pérdida de valores vitales. Para Ortega, aunque la razón no debe ser la razón del racionalismo y del idealismo, para no caer en el culturalismo (el equivalente al nihilismo nietzscheano), en el imperativo de la razón sobre la vida (la adoración a los valores absolutos desconectados de la vida y reflejados en la filosofía, la ciencia, el arte, la moral.), la razón vital e histórica es algo irrenunciable a la vida humana. El ser humano desea la verdad, no ya como mentira útil para la supervivencia o voluntad de autoengaño, sino como conquista vital de sentido. Ortega intenta así conciliar la razón con la vida, sin subordinar la una a la otra. La razón es una facultad humana indispensable para analizar las circunstancias. Actúa como los brazos de un náufrago para mantenerse a flote en el océano de la vida. Por esta conciliación de vida y razón, de vida y cultura, la filosofía de Ortega se llama raciovitalismo.
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